Grupo de 6 a 12 años. La Torre. La visita a Sedajazz les gustó. Lo comentamos al inicio de la sesión. Tienen curiosidad por saber cómo se organiza esa escuela, «¿Cómo es que fue el primer concierto de la banda si en un cartel pone que empezaron en 1991?». Se acuerdan de la importancia del jazz como influencia en muchos otros estilos: rap, por ejemplo. Y también charlamos sobre las work songs. Parece que la sesión del sábado pasado dejó huella. ¡Qué ilusión!

Es momento de seguir con el proyecto. Para la fase de vinculación les pedimos que rellenen tarjetas con datos sobre personas del barrio.

«Es que no conozco a nadie, solo vivo aquí tres años».

«Yo me he puesto a mi».

Tarjetas de personas del barrio

A raíz de ello, nos cuentan más cosas sobre el vecindario, como que el peluquero es hijo del kiosquero de toda la vida, ya jubilado, o que solo hay dos panaderías.

Las tarjetas se repiten, no parece que conozcan a muchas personas del barrio más allá de sus familias y amistades. Un poco al contrario de lo espacial, que dominan a la perfección.

Empezamos a elaborar la cartografía sensible, un mapa vivencial que empieza señalando dónde pondrán la Iglesia para poder situarnos espacialmente e ir colocando personas y lugares visitados. La implicación es total.

Iniciamos una nueva deriva. Conocen el barrio perfectamente. Llama la atención comprobar cómo se mueven libremente por él. Se pelean por imponer su trayecto hacia donde sea que nos dirijamos. Quieren hacer de guías, mostrar su recorrido. Algunos ponen objeciones, porque creen saber el camino más rápido.

Callejón y chimenea protegida

L. pide liderar esta deriva hacia el parque de la rueda. En el camino atravesamos un callejón en ruinas, con paredes de ladrillo, de lo que habría sido una antigua fábrica y una chimenea en pie, de las protegidas. A mi me parece una calle interesante, con su encanto, y lo digo en voz alta.

«Nunca hubiera pensado que esta calle es bonita, ¿y no te daría miedo ir por aquí de noche por si te raptan?», Contesta S.

Se evidencia entonces que el proyecto está creciendo, haciéndoles ver el barrio con otros ojos. Aportándoles una nueva perspectiva, una externa, ciertamente más positiva.

J. se para bajo la chimenea, «Mira profe, igual ésta es la torre de La Torre».

Todavía no tenemos respuesta clara, ¿cuál será esa torre que da nombre al barrio?… Seguiremos investigando. Lo que sí se aprecia durante la deriva es el pasado industrial del barrio. Hay muchos rastros. Hemos pasado por varias fábricas restauradas, como la de harinas o el almacén de arroz.

Llegamos al parque de la rueda, que se llama así porque uno de los columpios tiene una rueda grande, para que se columpien varias personas a la vez. Una prueba de la cohesión del barrio, síntoma de que está vivo, es la convención a la hora de denominar los espacios. El grupo tienen su propio lenguaje para referirse a los distintos parques y no confundirlos. No sabemos si es algo que sucede solo entre ellos o también se usan entre adultos.

Estudio de fotografía

Junto al parque hay un estudio de fotografía muy elegante. No parece ser un espacio integrado en la vida diaria del grupo. Incluso lo comentan. Cuiriosean por entre las cortinas.

«Este sitio suele estar cerrado».

L. y A. quieren apuntar todos los sitios por los que pasamos y aunque no hayamos ido hoy, entre todos ellos apuntan Sedajazz.

L. apunta los sitios por los que pasamos.

Entramos en la panadería. Preguntamos a E. cuál es el sitio del barrio que más le gusta. Se queda en blanco. Le cuesta elaborar una respuesta. «Aquí no hay nada. Antes tenía su aquél. Nunca he vivido aquí, aunque ahora vivo cerca, en Sociopólis. Llevo veintisiete años trabajando en el barrio, he visto nacer y crecer a todos ellos». Reflexionamos con el grupo sobre su respuesta. Recordamos que eso fue exactamente lo primero que nos dijeron «Aquí no hay nada». Salimos y seguimos andando.

La entrevista con E., en la que han participado activamente, nos impulsa a dar un nuevo enfoque a la exploración, introduciendo la investigación de tipo periodística en sucesivas sesiones.

En un momento determinado del trayecto, A. se queda paralizada. Nos pide que atendamos a un sonido que llega de lejos.

«¡Mira, se oye la música desde aquí!».

Acabamos de conectar con la sesión anterior. Ahora sabemos de dónde proceden esos sonidos, quiénes son. Se ha creado un vínculo. Es el trombón de Sedajazz, están ensayando. El barrio tiene música, y eso lo hace singular.

Una de nosotras habla de los «prados». Llama así a los grandes solares con vegetación salvaje. Completamente floridos. Les dice que le gusta eso de su barrio, toda esa cantidad de espacio abierto que tienen.

A L. le gusta la fotografía

L. quiere hacer fotos. Dice que le gusta mucho. «Si tuviera una cámara, estaría haciendo fotos todo el día». Retrata las flores, los parques, a nosotras… Repasamos las distintas especies silvestres. Diente de león, las florecitas amarillas, hay amapolas, nos tiramos unas espigas. Intentamos captar el movimiento con la cámara.

Los «prados» floridos de La Torre.

Acabamos la sesión en el parque junto a los barracones. Estaba en construcción semanas atrás. Pero ya está acabado. Querían enseñárnoslo. Han interiorizado el objetivo, saben bien en qué consiste el proyecto. Ya nada se les escapa de lo que ocurre en ese espacio denominado barrio. El suyo.

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