En la biblioteca de Lluis Fullana, mientras nos vamos conociendo, surgen las primeras dudas. Saben que hablaremos y descubriremos cosas sobre nuestro barrio, pero: “¿Cuándo empieza la clase? ¿Qué vamos a hacer? ¿Vamos a estar siempre aquí? “

Unas preguntas que iremos contestando poco a poco, porque nuestras energías son diferentes cada día y nuestros aprendizajes y experiencias se cuecen a fuego lento. Lo que sí detectamos rápidamente es la rebeldía, el tira y afloja, el yo estoy aquí y quiero esto, la negociación, la búsqueda de límites que todos y todas necesitamos cuando nos encontramos en un nuevo espacio a compartir con seres que todavía no conocemos.

Construyendo de a poco la confianza y mientras el sol se va escondiendo, el cuerpo nos ayuda a conectar, a mostrar los liderazgos, a imaginar limitaciones, a escucharnos y a hablar entre nosotres. Comprender el papel que juegan a cada momento en el grupo, nos permite reconducir las relaciones y trabajar en un grupo horizontal, que camina unido en el objetivo, pero manteniendo las necesidades individuales.

La historia de nuestra lagartija Marcela cala en el grupo, mostrando una gran empatía : “perder a alguien que quieres debe ser difícil” “te podemos ayudar a buscarla”. Esta idea y sentimiento les conecta con algo tan natural como la muerte y la pérdida de compañeres de otras especies, de nuestros abuelos y abuelas y de objetos importantes. También con películas como Coco, o Raya, el último dragón “Raya también junta a sus amigos para ir a buscar un dragón perdido”

En el plano espacial, nuestro barrio se construye desde la vivencia del día a día, lo emocional, las experiencias en los lugares y con quien compartimos esos momentos. Es por eso, que el colegio y su identidad, los parques y los lugares donde consumimos de una forma u otra comida, son los grandes protagonistas. Amigues, sol, agua y comida son la base de nuestra subsistencia como equipo interespecífico. 

Debido a las diferentes necesidades y ritmos personales, experimentamos con diferentes propuestas y elementos para representar ese plano espacial. Observamos tanta concentración en la manipulación y la construcción que el tiempo se pasa volando. Como ya hemos comentado, nuestra cocina es de fuego lento, a prueba de ensayo y error y con mimo.

Pronto podremos mostraros más, pero por ahora os adelantamos que el parque de barras, el río, Som Escola, los bancos al sol, el bar de los bocatas, los árboles y las piscinas son lugares donde buscaremos próximamente a Marcela. Mientras, vamos pensando en aliadas que nos puedan ayudar. ¡Toda ayuda es bien recibida! “Sandra, la de la peluquería” o “Eva es la profe de música y tiene un hámster, seguro que sabe mucho”.

Los días pasan y nos toca salir a la calle en la sesión de deriva, decidides a encontrar a Marcela. Nuestra primera parada es el Parque del Oeste, un lugar familiar y cercano para todes. Un espacio amable (a pesar de encontrarse en obras y crear un muro dentro del parque), debido quizá, a la ausencia de movimiento profesional esa tarde. 

Recogemos la propuesta de una de las integrantes y nos ponemos a realizar carteles sobre Marcela. Colocarlos por los lugares que le gustan, puede hacer que la gente la reconozca y nos ayuden a encontrarla. Para ello, hemos realizado previamente una investigación exhaustiva sobre Marcela, a la que no conocen en persona. “¿De qué color es? ¿Cuántos dedos tiene en las patas?» “pero tiene una sola cola, aunque se le caiga y le vuelva a salir”. Le gusta el agua, el sol, la gente, los animales “trepar árboles y el lago”; come lechuga, tomates, insectos “hierba y bichos bola”

Conocedoras y defensoras de la importancia del espacio y el entorno que nos rodea, constatamos que la naturaleza, la libertad y el esparcimiento, propicia la autorregulación y la predisposición.  Su conjunción con un divertido “pareces Doraemon con todas las cosas que traes” (nos alegra que compartamos referencias porque, no nos vamos a engañar, nos gustaría ver como se desvanece ese enigmático among us), favoreció que el tiempo fuera pasando, placentero, en unión.

Durante un momento de juego libre en las rocas, se propone utilizarlas como un juego de pistas: esconder las tarjetas para que otras personas se diviertan y nos ayuden a encontrarla al mismo tiempo. 

A la salida del parque reservamos unos minutos para situarnos e incluso recrear el camino hasta casa: “izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, adelante y ya”.

Nos despedimos con un agradable sabor de boca, contando los pasos para nuestro próximo encuentro y felices de poder compartir tantos momentos con lagartijes tan molones.

¡Buen descanso y buena búsqueda!

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